
Por David Saldaña Sangay
Rememorando a Cajamarca y el 16 de noviembre de 1532
El presente artículo constituye un breve análisis histórico y social de lo que significó para Cajamarca, el Perú y el mundo el trágico 16 de noviembre de 1532 en la Plaza de Armas de esta histórica tierra, escrito sin ninguna pasión, ni resentimiento, solo interpretando la realidad histórica a fin de que conocimiento nos oriente correctamente en el logro de nuestra identidad y desarrollo.
15 DE NOVIEMBRE DE 1532
Han transcurrido 488 años desde que una tarde del 15 de noviembre de 1532, un grupo de conquistadores españoles comandados por Francisco Pizarro divisaron el hermoso valle de Cajamarca y en él un pintoresco pueblo andino que pendía de la colina de Santa Apolonia. Fue impresionante la admiración que causo en los invasores tan singular belleza, como lo manifestaran los soldados cronistas como Miguel de Estete, Pedro Pizarro, Francisco de Jerez y otros, pero con ello se daba inicio al proceso de desarticulación del Tawantinsuyu, civilización autónoma que resumía el largo camino cultural andino y configuraba una de las más grandes civilizaciones del mundo antiguo. Recientemente reconocida como modelo de gestión pública, para los países del mundo entero a fin de evitar la corrupción, la injusticia social y la inseguridad ciudadana que hoy campea en nuestro país: Ama Sua, Ama Llulla, Ama Quella. Recomendada por la ONU (14 – Set. 2015), norma para el manejo transparente de cualquier estado. Pero también culminaba una empresa de carácter económico, religioso y político, cargado de aventuras que había sido emprendida desde panamá por Pizarro y sus socios a partir de 1524, motivada por la desmedido ambición de conquistar un país legendario y rico, llamado Pirú o Virú en el que abundaba el oro, según las referencias que diera el cacique Comagre a los españoles. Luego al día siguiente, es decir, el 16 de noviembre de 1532, los conquistadores españoles emboscaron a la comitiva de nobles y escolta de Atahualpa que habían concurrido ante una “fraternal invitación de Pizarro”, traidora emboscada perpetrada en la plaza de armas y luego seguida de un censurable genocidio contra antiguos cajamarquinos y peruanos. Hecho histórico conocido por todos y por ello ya no entramos en detalles, pero si rechazamos la intención por demás traída de los pelos de querer escenificar tan grande desencuentro por parte de algunas oficinas de la municipalidad de Cajamarca, en un total desconocimiento del significado de tan nefasta fecha. El cual no se puede escenificar, ni festejar, porque ofende la autoestima colectiva, la identidad y perturba el inconsciente colectivo, al reavivar nefastos acontecimiento y adversidades que ya venían superándose.
NO FUE EL ENCUENTRO DE DOS MUNDOS
No fue, ni significó el Encuentro de Dos Mundos, como sofisticadamente pretenden adornar algunas posiciones hispanistas a ultranza, ni aquel drama significó el nacimiento nuevo de Cajamarca y del Perú, que tienen sus lejanas raíces en el conjunto de pueblos y reinos que aportaron sus conocimientos culturales, resumidos en el incario. No puede ser considerado como un encuentro porque ello es tal, cuando dos o más instituciones o países, se reúnen en torno a una mesa para discutir y solucionar una agenda y eso no sucedió entre Pizarro y Atahualpa, la verdad histórica es que Atahualpa, que se hallaba en Los Baños del Inca, asistía a una invitación hecha por Pizarro, para cenar y “confraternizar”, por lo que el Inca asistió con una comitiva de nobles y su acostumbrado séquito. Cayendo en una artera emboscada y un genocidio, ya que aquella tarde murieron tajadeados por la espada de los españoles o pisoteados por los caballos o la multitud despavorida ante el estruendo y muerte que sembraron los cañones, alrededor de seis mil antiguos peruanos y luego de la captura y ejecución de Atahualpa en el entorno de la Plaza de Armas, se fundió y repartió entre los conquistadores el inmenso tesoro en oro y plata que fue obligado a ofrecer al Inca por su rescate. Y esa inmensa riqueza terminó en España, hasta convertirlo en la primera potencia mundial de los siglos XVII y XVIII. Es necesario resaltar que muchas de las justificaciones que dieran los españoles de rápida y exitosa campaña no fue verdad, porque pronto y recuperados de la sorpresiva embestida europea, vendría la resistencia andina que duró 40 años, simbolizada por Manco Inca, el cual se batió con bravura incomparable en defensa su nación, estableciendo su capital en Vilcabamba.
Es innegable que la conquista del Perú fue muy despiadada, tal como lo denunció el Padre Bartolomé de las Casas en su obra “Breve resumen de la destrucción del Tawantinsuyu” también apoyado por el padre Marcos de Niza, el jesuita Gridilla, etc. y numerosos españoles y caciques aborígenes que elevaron su queja al Rey de España, para que ponga fin a tanta crueldad. En resumen, de los doce millones de habitantes al inicio de la invasión, al final del virreinato solo sobrevivieron alrededor de 02 millones.
EL SUEÑO NACIONAL
Pero también hay que reconocer que el mestizaje es un sueño nacional por alcanzar, somos oficialmente catalogados como país Multiétnico y Pluricultural, donde la tercera parte de la población es quechua hablante y marginada fruto del sistema implementado por los conquistadores, los cuales no tuvieron la mínima intención de forjar una sociedad mestiza, por ello al terminar la colonia luego de trescientos años de dominación, habían dos “perús”, el de los españoles dueños de todo el poder y riqueza y el de los naturales en condición de siervos y sirvientes, en total marginación y pobreza, refugiados en la cordillera y la selva. El proceso de independencia fue obra de los criollos amestizados, los cuales simbolizaban los primeros fulgores del mestizaje.
Fue la República con todas sus deficiencias el espacio en el que se fue forjando lentamente el buscado mestizaje, sobre la base de los patrones culturales traídos por los españoles y el aporte cultural de los americanos. Y fruto de ello se fue consolidando el boceto de un Perú mestizo al que hoy marchamos con orgullo, proceso enriquecido con la fuerza de la raza negra y china que llegó al Perú y dio mayor energía al proceso de mestizaje, de tal manera que hoy somos, un país multiétnico y pluricultural, que marcha seguro a la construcción de la Nación Peruana.
