
Por: Julio Sarmiento Gutiérrez
Revolución independentista del 3 de enero de 1854 José Ortega y Gasset afirmaba que: “Patriotismo no es tanto proteger la tierra de nuestros padres, como la tierra de nuestros hijos”, frase que nos permite reflexionar hoy y recordar con gratitud a quienes nos legaron la departamentalidad: Toribio Casanova López, Juan Antonio Egúsquiza y Pedro José Villanueva, porque ellos lucharon para dejarnos una herencia, un patrimonio que debemos defender. La Revolución del 3 de enero, fue la génesis para que Cajamarca sea elevada a la categoría de departamento.
En la colonia Cajamarca fue inicialmente Corregimiento y al producirse, en 1874, una nueva demarcación política en el Virreinato Peruano, pasó a convertirse en Partido, dependiente de la Intendencia de Trujillo. Con el advenimiento del proceso libertario se creó el departamento de La Libertad, dentro de cuya jurisdicción se encontraba la provincia de Cajamarca, la que sufría las consecuencias del centralismo. El presupuesto absorbidos por la capital del departamento no permitían un desarrollo sostenido en la región: La educación presentaba grandes carencias, la infraestructura vial era deficiente, existían dificultades para la administración de justicia, motivadas por carecer de Corte Superior y en el aspecto económico , en un balance general, existía un déficit en la producción
Pues bien, esta era la situación de la provincia de Cajamarca al promediar el siglo XIX, y con el fin de salir de este ostracismo se producirá la Revolución Independentista del 3 de enero. Ésta, como “el movimiento popular que estalló en 1854-anota Basadre- tuvo un significado no sólo de orden político, sino también de orden ideológico.” Se la puede considerar como uno de los primeros movimientos descentralistas del siglo XIX.
Ejercía la Presidencia de la República el General José Rufino Echenique, quien había sido elegido en 1850. Su gobierno estuvo teñida por la corrupción sobre todo en el pago de la deuda denominada Consolidación, que se constituyó en un negociado fabuloso para sus allegados.
Ante esta situación surgen una serie de movimientos en 1854, exponentes de una honda protesta colectiva, ante un régimen vilipendiado, y que tuvo proyecciones nacionales.
Los primeros levantamientos fueron calificados por el gobierno como estallidos aislados, pero los hechos posteriores determinarán que fue una auténtica guerra civil.
La acción subversiva presentó varios focos: Ica, Arequipa, Chiclayo, Pasco, Huaraz, Jauja, Huánuco y el 3 de enero en Cajamarca que unía a la protesta nacional, el anhelo de convertir la provincia en departamento.
“Los derechos se toman, no se piden; se arrancan, no se mendigan”
(José Martí)
En diferentes épocas los hijos de esta tierra y los que se sentían cajamarquinos no descuidaron de hacer gestiones para que Cajamarca sea elevada a la categoría política que se merecía. Perenne fue la preocupación y las gestiones constantes, hasta que en 1851 la Cámara de Diputados declaró a Cajamarca capital del departamento, pero este proyecto fue ahogado en la Cámara Alta, debido a una serie de intereses que predominaron en ella.
Ante este renovado acto de injusticia, revive y se fortalece ese sentimiento colectivo, incubado desde hacía largos años, de reivindicar a Cajamarca, y fue Toribio Casanova quien canalizó este anhelo, acompañado de Egúsquiza y Villanueva. El camino por optar era la revolución y para ello se trazó un plan y una estrategia. Corría el mes final de 1853 y los revolucionarios comienzan a almacenar armas (fusiles, lanzas) en el paraje de Urubamba, pero al ser descubiertas en este lugar se decidió trasladarlas a la finca Quinraiquero.
La revolución ya estaba en marcha, nada la detendría porque era un anhelo secular. Se unirán al movimiento dos patricios cajamarquinos: El Coronel Juan Antonio Egúsquiza y Aristizábal, integérrimo militar que estuvo presente en muchas jornadas y combatió junto con sus hijos Lorenzo y José en la revolución independentista; y el otro, Pedro José Villanueva Espinoza, que más tarde llegaría a ocupar un alto cargo político al ser elegido Diputado por Chota en 1855. No debemos olvidar a los alumnos sanramoninos que desde los primeros momentos fueron protagonistas de la lucha libertaria cajamarquina. En los días de diciembre la población se encontraba en estado de sitio y había ansiedad y constante alarma. El 2 de enero se rumoreaba un ataque nocturno.
EN LA MAÑANA DEL 3 DE ENERO…
“Por la libertad, así como por la honra, se puede aventurar la vida “
(Miguel de Cervantes)
Ese día, muy temprano, el Coronel José de la Rosa, Jefe de las fuerzas echeniquistas acantonadas en Cajamarca, había dispuesto sus hombres en plaza de armas. El triunvirato: Casanova, Egúsquiza y Villanueva, a las 7 de la mañana, junto a miembros de distinguidas familias como Chávarry, Pajares, atraviesa la ciudad invitando al pueblo a seguirlos al Ingenio de la “Toledo” (hoy Urbanización El Ingenio). Casanova arengaba con proclamas llenas de patriótico cajamarquinismo. Los pobladores de la ciudad y de las afueras y anexos más inmediatos, llegaron y se sumaron a esta grandiosa manifestación, bajo el grito estremecedor de “Cajamarca independiente “.
Constituye un hecho importante para el movimiento, el gesto de muchos integrantes de la Guardia Nacional: defeccionaron y se integraron a las filas revolucionarias.
Promediaba las nueve de la mañana, el pueblo y sus dirigentes, bajo el manto de una sola bandera, con indomable decisión de ser libres, en orden de batalla ingresaron a la ciudad por el actual jirón Miguel Iglesias, desembocando en el puente San José con dirección a la plaza principal.
El contingente gobiernista se había instalado en la torre y cementerio de la Catedral y también en la Subprefectura (actual hotel Plaza). La refriega fue encarnizada, donde los cajamarquinos dieron ejemplo de valentía, amor a la tierra y a la libertad. Cabe destacar en esta acción bélica la participación del capitán Miguel Pajares Arana.
Habían transcurrido varias horas de combate y desde el local subprefectural, obstinada e intransigentemente seguía el fuego. Casanova en esta parte del combate, en un acto de arrojo ejemplar y en la dimensión de lo que expresa L. Byron “Jamás mueren en vano los que mueren por una causa grande”, pistola en mano, arrebató su cabalgadura, acompañado por Egúsquiza, Cárter, Herrera, Chávarry y otros, se lanzó sobre el adversario. Una ráfaga hirió su caballo, y el héroe cae al suelo, pero irguiéndose como un titán exclamará la frase que selló el destino de esta tierra nuestra:
¡ABAJO LA TIRANÍA! ¡ VIVA EL DEPARTAMENTO DE CAJAMARCA!
El pueblo que supo levantarse con el arma en el brazo para conseguir sus legítimas aspiraciones, secundó el grito libertario y desde ese momento Cajamarca adquiere su categoría departamental.
Después de dos horas de combate, en el cual hubo víctimas de ambos grupos, los gobiernistas deponen las armas. Merece un recuerdo especial el arequipeño que luchó y murió por esta causa noble: El sargento Mayor Manuel María Herrera.
Producida la calma, la ciudadanía reunida en comicios públicos nombró una Junta Departamental, que fue presidida por el Coronel Juan Antonio Egúsquiza e integrada por Pedro José Villanueva y Toribio Casanova. Esta Junta exigió al Subprefecto, Julián del Campo y Montero, la firma de un CONVENIO DE PAZ, documento mediante el cual cesaban las hostilidades para evitar mayor derramamiento de sangre. Se determinó que el Subprefecto cesaba en sus funciones políticas. Este tratado se firmó el 3 de enero de 1854. El pueblo lleno de júbilo por tan feliz acontecimiento, celebró con grandes manifestaciones públicas, repique de campanas y desfiles patrióticos.
Al día siguiente, 4 de enero, se van a congregar las personas representativas de la ciudad en la casa de la familia Villanueva (hoy Museo Arqueológico-UNC. Jr. del Batán N° 289) con el objeto de reconocer a la Junta Gubernativa Departamental y redactar EL ACTA POPULAR en la cual acuerdan:
Declarar asimismo, como en efecto declaramos, muy conforme a la justicia que merece el pueblo cajamarquino, el grito unánime alzado ayer y repetido mil veces hoy, erigiendo a Cajamarca por capital de un nuevo Departamento de este nombre.
Se constituye una Junta Gubernativa Departamental compuesta de los señores Don Juan Antonio Egúsquiza, Don Pedro José Villanueva y Don Toribio Casanova, y confiamos en estos tres ciudadanos, de notoria honradez y patriotismo, el régimen político y militar del Departamento”.
El gobierno calificará al movimiento del 3 de enero como de abierta rebelión. Frente a esta situación hostil, muchos pueblos van a solidarizarse con la revolución porque comienzan a manifestarse a su favor, ya que en ellos existían también los mismos sentimientos de departamentalismo y de rechazo al gobierno de Echenique. Si bien es cierto que el departamento quedó constituido sólo con las provincias de Cajamarca, Chota y Jaén, quedando las demás a libre adhesión, el día 6 de enero se pliegan Contumazá; Huambos, el 8; Tacabamba, San Lorenzo y Llama el 9; Cajabamba el 10; el 13 Bambamarca y Santa Cruz; el 21 Hualgayoc; San Miguel y Cutervo el 15; Niepos el 23.
REPRESIÓN DEL GOBIERNO ECHENIQUISTA
El régimen, considerando que el movimiento de Cajamarca significaba un foco revolucionario que podría propagarse, se apresuró a debelarlo y envió tropas regulares al mando del General Vigil compuesta de 750 plazas. El 3 de marzo de 1854 llegaron a la zona de Porcón. Ante esta situación, la Junta Gubernativa Departamental tomó las previsiones necesarias para hacer frente a esta acción represiva.
El enfrentamiento se realizó al día siguiente, en el desfiladero de la Shicuana al N.O de la ciudad, luego en el Ronquillo y después las fuerzas de Vigil invadieron la ciudad, pero en ella “tuvieron que chocar en cada esquina con un grupo de hombres que se encontraban cuatro o seis alrededor de cada fusil esperando heredarlo para combatir.”
Se van a producir una serie de actos heroicos de resistencia ciudadana en ese 4 de marzo. Calles y plazas fueron testigos del valor del pueblo que significaba una premonición de la cenital culminación de San Pablo en las pampas del Cardón el 13 de julio del 82.
La creación del Departamento de Cajamarca no fue, pues, consecuencia de un trámite administrativo, sino de una revolución que duró todo el año 54 en la que se cumplirán muchas jornadas bélicas.
Como hemos anotado anteriormente, Echenique debido a sus errores políticos, enfrentó una serie de pronunciamientos y rebeliones en diferentes lugares del país. Domingo Elías encabezó un movimiento, pero fue derrotado en 1854. Ramón Castilla en alianza con los liberales encabezó una revolución y se unió a Elías en Arequipa. Durante todo ese año de 1854 el país vivió en pie de guerra.
Castilla después de resistir al ejército del Gobierno en el puente de Iscuchaca avanzó sobre la capital. El encuentro definitivo tuvo lugar el 5 de enero de 1855 en la Palma, cerca de Lima, derrotando a las fuerzas de Echenique.
Triunfante el Mariscal Ramón Castilla, por Decreto de 11 de febrero de 1855, establece la demarcación política y reconoce la categoría de nuevo departamento con las provincias de Cajamarca, Cajabamba, Chota y Jaén. Por Ley de 30 de setiembre de 1862 se confirma como departamento, ya que reconoce:” Que establecido el Departamento de Cajamarca desde el año 1854, es necesario determinar su demarcación política por medio de una ley”.
Fue nombrado primer Prefecto don Juan Miguel Gálvez Egúsquiza, exalumno del Colegio Central de Ciencias y Artes de Cajamarca, cuya gestión duró cerca de 4 años.
Colocamos como epílogo, el comentario publicado en el diario “El Comercio” el 3 de marzo de 1855, que constituye una exaltación del movimiento departamentalista y de sus dirigentes: Toribio Casanova, Juan Antonio Egúsquiza y Pedro José Villanueva quienes lograron este ansiado anhelo:
“Así se han portado gloriosamente estos caudillos de la libertad y del honor Nacional, con admirable desprendimiento, con constancia y nobleza; y así se han hecho altamente acreedores a la más ardiente gratitud, y eterno reconocimiento de sus conciudadanos, amantes de la justicia, entre los que tienen la honra de numerarse… “
