Cada 30 de noviembre se conmemora el Día de Conmemoración de todas las Víctimas de la Guerra Química, como un recordatorio de las más de 100 mil muertes y el millón de víctimas que dejaron este tipo de sustancias durante la Primera Guerra Mundial.
Esta celebración es un homenaje a las víctimas de la guerra química y una oportunidad para reafirmar el compromiso de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) con eliminar este tipo de armas. Esta organización recibió el Premio Nobel de la Paz en 2013.
Antecedentes: el fin de las armas químicas
En 1997 se firmó la Convención sobre las Armas Químicas, un tratado internacional por el que se prohíbe el desarrollo, la producción, el almacenamiento, la transferencia y el empleo de armas químicas, y se dispone además la destrucción de estas armas en un plazo de tiempo específico.
Historia de las Armas Químicas
Los agentes tóxicos de destrucción, desde su aparición en los escenarios bélicos, provocaron una repulsión generalizada por sus características insidiosas, sus secuelas a largo plazo y sus efectos letales sobre la población civil.
ANTES DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
El primer acuerdo internacional en condenar el uso de armas venenosas fue el acuerdo entre Francia y Alemania de 1675 que prohibía el uso de “bombas cargadas de veneno”.
Posteriormente, en 1899, en el marco de la Primera Conferencia de Paz Internacional, celebrada en La Haya, las naciones europeas firmaron la Convención de La Haya en la cual renunciaron “emplear proyectiles que tengan como objetivo dispersar gases tóxicos y asfixiantes”. Esta Convención también contenía una cláusula que prohibía el uso de medios de guerra que pudieran causar sufrimientos innecesarios.
DURANTE Y DESPUÉS DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Sin embargo, la Convención de La Haya no logró prevenir que los Estados signatarios usaran armas químicas durante la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918). En efecto, durante esta contienda las armas químicas fueron utilizadas por primera vez a larga escala, estimándose que para el final de la guerra se habían utilizado aproximadamente 124 toneladas de agentes químicos que causaron más de un millón de víctimas, 100 mil de las cuales fueron fatales.
Luego de la Primera Guerra existieron distintas iniciativas para prohibir el uso de armas químicas. En este marco, en 1925 se firmó el Protocolo de Ginebra (17/06/25) que expresaba la condena internacional del empleo de sustancias químicas agresivas como métodos de guerra, e incluía además a las armas bacteriológicas.
Este Protocolo, no obstante, no logró institucionalizarse como un instrumento eficaz y contundente, principalmente por dos razones: por un lado, porque la mayoría de los Estados que la ratificaron lo hicieron con la reserva de utilizar armas químicas como represalia, y por otro lado, porque este Protocolo sólo prohibía el uso y no la producción o el almacenamiento de armas químicas.
DURANTE Y DESPUÉS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), ninguno de los bandos en conflicto inició un ataque con armas químicas, ya sea en el frente europeo como en el africano. Entre las diferentes razones, podemos encontrar las perspectivas de represalias, el alto grado de protección de las tropas para este tipo de armas, y la reluctancia de utilizarlas por motivos morales.
Con el fin de la Segunda Guerra Mundial se intensifican las negociaciones para alcanzar un acuerdo efectivo.
En 1968, se iniciaron las discusiones sobre armas químicas y biológicas en el marco de la Conferencia de Desarme, en Ginebra. La misma contó con reuniones plenarias y consultas informales, en el transcurso de las cuales se fueron negociando los distintos tratados de desarme.
En este marco, los negociadores de Ginebra acordaron adoptar un enfoque “paso a paso” cuyo principal resultado fue la firma, en 1971, de la Convención sobre el Desarrollo, Producción y Almacenamiento de Armas Bacteriológicas (Biológicas) y Toxínicas y sobre su Destrucción, que fue aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas y abierta a la firma en 1972, entrado en vigencia el 26 de marzo de 1975.
Con posterioridad a la conclusión de la Convención de Armas Biológicas, en 1972, y en conformidad con su artículo IX, los negociadores de la Conferencia de Desarme en Ginebra se focalizaron en el establecimiento de la Convención de Armas Químicas. Las negociaciones sobre la CAQ duraron mucho más, y progresaron a un ritmo desigual a medida que los grandes avances reflejaban los cambios políticos y de otra índole (ver detalle de negociaciones en la próxima carpeta).
Guerra química: 5 agentes letales
GAS SARÍN: Un gas venenoso mortal que, tras su lamentable reciente uso en Siria, se ha hecho eco en todo el mundo trayendo nuevamente el fantasma de la guerra química. La utilización de agentes químicos letales en la guerra tiene un siniestro y oscuro lugar en la historia de la humanidad; hoy voy a enseñarte otros 5 agentes letales de la guerra química.
- FOSGENO
El fosgeno es un producto químico industrial, altamente empleado en la producción de plásticos y pesticidas. A temperatura ambiente (unos 21° C), el fosgeno es un gas venenoso letal y bajo el nombre de CG, denominación militar, se ha utilizado como arma química. Durante la Primera Guerra Mundial, el fosgeno se usó como un agente asfixiante, provocando numerosas muertes.
- RICINA
La ricina es de las toxinas más letales que existen en el mundo. Derivada de la Ricinus communis, una planta muy común del Mediterráneo y Oriente Medio, es una proteína inactivadora de ribosomas y una cantidad equivalente a un grano de arena es suficiente como para matar a un hombre. Si se inhala, se ingiere o se inyecta, resulta mortal, por lo que suele utilizarse como agente químico letal. Se puede también disolver en agua o en ácidos débiles, siendo un veneno altamente peligroso.
- GAS MOSTAZA
El gas mostaza o mostaza de azufre, de fórmula (Cl-CH2CH2) 2S, es otro peligrosísimo agente químico que se ha utilizado para la guerra. Si se inhala, se ingiere o si tiene contacto con la piel o los ojos, el gas mostaza provoca fuertes irritaciones y quemaduras de la piel. Se utilizó en la Primera Guerra Mundial para detener grandes tropas.
- AGENTE 15
Mejor conocido como el “ Agente 15”, BZ o “Buzz”, el bencilato de 3-quinuclidinilo es de los más potentes agentes químicos neurotóxicos que se han utilizado en la guerra. El BZ se puede utilizar en forma de aerosol, siendo absorbido por el sistema respiratorio o bien por la piel y provocando, entre otras cosas, confusión, temblores, alucinaciones, estupor y hasta coma. Todos estos efectos pueden durar incluso hasta dos días enteros. Se cree que esta arma fue utilizada en 1995 en la Guerra de Bosnia y se sospecha que también se utilizó a comienzos de este año en Siria.
- GAS CLORO
Si bien el cloro es un elemento esencial para muchas formas de vida, puede resultar extremadamente venenoso. Por ello, su uso como arma química se remonta a casi 100 años de historia, siendo empleado por primera vez en la Segunda Batalla de Ypres, Bélgica, cuando el ejército alemán se enfrentó a las fuerzas de Francia, Reino Unido, Canadá y Australia.
Los soldados le llamaban la bertholita, un gas que se liberaba en los campos de batalla, propagándose rápidamente a nivel del suelo, entrando en los pulmones de los enemigos y en contacto con el agua mucosa de los pulmones, formando ácido clorhídrico. Este es un gas letal sumamente peligroso, puesto que tanto su elaboración como su transporte y su camuflaje (puesto que el cloro se utiliza en numerosas actividades humanas cotidianas y sin fines bélicos) son de lo más simple.