¿CUÁLES HAZAÑAS? NINGÚN POZO DE MACERACIÓN DE HOJA DE COCA

 

Ayer la policía de Cajamarca salió en una conferencia de prensa muy promocionada a anunciar un duro golpe contra el tráfico de productos prohibidos y “probablemente” destinados para actividades ilícitas como el narcotráfico. Los valientes policías después de un súper trabajo de inteligencia intervinieron a una persona con algunos costales de hoja de coca. “Duro golpe al narcotráfico”, dicen.

Una acción que pareciera ha sido encabezada por policías que no conocen las tradiciones y costumbres ancestrales que tienen que ver con la milenaria hoja de coca, a la que sólo vinculan con el narcotráfico. Pero, más allá de esa y otras intervenciones en donde sancionan a campesinos cargando bolsas de hoja de coca; en los últimos cinco años, en Cajamarca cuántos laboratorios de producción de Pasta Básica de Cocaína o Clorhidrato de Cocaína han intervenido. La respuesta es ninguna. Entonces ¿de qué lucha contra el narcotráfico hablamos?

Resulta inverosímil que un narcotraficante lleve costales de hoja de coca, extraídas de las chacras informales para luego pasear el insumo por las ciudades hasta el laboratorio de la droga. Eso es ilógico desde todo punto de vista. La producción de coca por lo general se hace en el campo, en las mismas chacras alejadas de la ciudad y de los “ternas”, y hasta donde los proveedores llevan combustible, cal, y otros elementos químicos que a la brillante policía se le pasa por las narices.

¿Con esto quiero decir que el cultivo de la coca debe ser abierto y sin control? No, pero es que en Cajamarca no existen programas de promoción de cultivos alternativos, al menos en los lugares donde haya producción cocalera, como en el alto marañón. Sin embargo, no está de más recordar que en la zona rural es común el chacchado de la coca, y es parte de la forma de alimentarse y darse fuerzas para las faenas agrícolas o para las noches durante una reunión comunal; los ronderos, con los que la policía recién tuvo una supuesta reunión de coordinación para la lucha contra el narcotráfico chacchan coca durante sus rondas. ¿acaso no lo sabían?

Es común en los velorios o reuniones de largo aliento, que los asistentes chacchen coca para mantenerse despiertos y con energía, es parte de las costumbres ancestrales, y los taxistas, transportistas de carga o pasajeros que conducen de noche, van con su bolo de coca para soportar la amanecida y llevar la ruta bien. La hoja de coca es parte de la tradición peruana, y cerrarle el paso es ignorante y mediocre.

Si quieren combatir el tráfico ilícito de drogas, preguntamos. ¿a cuántos capos del narcotráfico han intervenido los policías cajamarquinos? ¿cuántos laboratorios han erradicado? ¿Cuántas toneladas de PBC o Clorhidrato han incautado? ¿Dónde están los insumos que a diario llevan a los laboratorios de la droga? Cuando lo hagan, organicen una conferencia de prensa para decir que han dado un duro golpe al narcotráfico, y no cuando intervienen a un campesino llevando unos cuantos kilos de hoja de coca. Por favor.

No me cabría la menor duda, que mientras leen este artículo editorial, el señor general de la policía se toma una taza de mate de coca, en infusión o en hoja natural, esta última mucho más rica y efectiva; y con mucho gusto podrían ir al centro de Lima para comerse una deliciosa galleta de harina de coca, o un caramelo hecho también con la milenaria hoja.

A propósito, desde hoy en Pichari, en el VRAEM, departamento de Ayacucho, se celebra la asamblea interamericana por la despenalización del cultivo de la coca, que, si bien tendrá activistas y retractores, debe ser momento para revisar el valor nutritivo y cultural de esta planta y trabajar de la mano de agricultores quienes en su mayoría son peruanos en condición de pobreza o indigencia, a quienes por años tenemos olvidados.

El director.